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Alex Ip/The Xylom ilustración

Posible, probable, por supuesto: la evolución de la certeza en el reportaje de COVID-19

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Tenta creer que los hechos hablan por sí solos. Que, independiente de su presentación, los datos son datos.


La comunicación científica revela que no es el caso. Cómo se comunican los hechos influye su recepción, su crítica, y la (in)acción que provocan. El reportaje de COVID-19 demuestra cómo la retórica puede cambiar profundamente la percepción de un hecho científico por parte del lector. Compare, por ejemplo, dos artículos de Andrew Freedman del Washington Post, publicados en 2020 y 2021.

Capturas de pantalla de los artículos de Freedman de 2021 (izquierda) y 2020 (derecha), publicados en el Washington Post. (Anotado por Rose Schnabel para The Xylom)

Con el derretimiento del hemisferio norte en Marzo de 2020, surgieron preguntas sobre cómo evolucionará la pandemia en el calor del verano. El Post cubrió una publicación científica del sitio web SSRN que no había sido revisada por otros especialistas. La publicación sugirió que las tasas de infección de COVID-19 pudieran disminuir durante el verano. Los autores de la publicación, afiliados con el Instituto de Tecnología de Massachusetts, propusieron que el virus pueda propagarse más lentamente en zonas con humedad alta y temperaturas por encima de 63ºF. En el mismo artículo, Freedman y su colega Simon Denyer hablaron con investigadores quienes advirtieron que el verano ofrecerá poco alivio, cubriendo el análisis de la publicación en un velo de escepticismo.


En marzo de 2021, el consenso científico acerca de la estacionalidad del virus había cambiado. Freedman reportó sobre hallazgos iniciales de un panel de la Organización Mundial Meteorológica que el tiempo caliente por sí solo no reducirá tasas de COVID-19. El panel de 16 expertos interdisciplinarios de 5 continentes analizó publicaciones revisadas por colegas hasta enero de 2021, justo cuando empezaron a aparecer variantes nuevas. Concluyeron que el comportamiento humano –como el uso de máscaras y el distanciamiento social– influye en la transmisión del virus más que lo influyen factores medioambientales.


¿El cambio en tono se debe solamente al aumento de investigación científica, o habrá otras influencias? En el año entre los dos artículos, muchos aspectos del reportaje científico permanecieron iguales. Freedman confía en los investigadores para interpretar los datos de los estudios en lugar de hacer su propio análisis. Cita a individuos de cinco instituciones de educación superior en el primer artículo y dieciséis en el segundo, reconociendo la investigación extensiva de COVID-19 que han hecho. Nombres como MIT y Johns Hopkins, junto con títulos como inmunólogo, virólogo, y científico de la tierra, animan al lector a confiar en las aseveraciones del artículo a través del prestigio implícito de estas instituciones.


Ambos artículos también notan duda en sus hallazgos, diciendo en 2020 que las investigaciones “apenas comienzan” y en 2021 que “no se pueden sacar conclusiones firmes para [efectos medioambientales en la supervivencia del virus] en este momento.” La ciencia es un proceso iterativo, así que incluso después de años de un pandemia, quedan preguntas.


Pero un análisis más profundo de los artículos revela diferencias claras en los métodos usados para comunicar la investigación científica.