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La Universidad de New Hampshire, en medio del invierno. (Adriana Romero-Olivares)

en Movimiento

en Transición, de Postdoc a Profesor Investigador



 

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Adriana, te llamo para ofrecerte el puesto de profesor investigador en nuestra universidad. Nos encantó tu investigación y creemos que encajarías perfectamente en nuestro departamento.


Quería gritar: “¡SI, ACEPTO!”

Pero traté de mantener la calma. Sabía que debía haber una serie de negociaciones antes de aceptar formalmente, así que solo dije: “Que buena noticia, estoy muy emocionada”.

La llamada acabó. Me senté en mi auto por unos minutos. Fui al tercer piso de la casa en la que vivo, a mi pequeño estudio-apartamento, donde mis padres y un hermano que estaban de visita me esperaban, y les dije: “me ofrecieron el trabajo”.


No me sentía diferente, pero si más ligera; me acababan de quitar un gran peso de encima.


 

Los últimos dos años habían sido difíciles. Me mudé del sur de California a New Hampshire para mi postdoc. Mi esposo y yo decidimos que llevaríamos una relación a larga distancia durante este tiempo. Todo con el fin de tener la mejor preparación y seguir mi sueño de una carrera académica. ¿Pero por cuánto tiempo estaríamos en esta situación? La verdad no sabía. Tal vez un año o dos, pero sinceramente, no importaba. Yo estaba enfocada en mis metas. En retrospectiva, fue mucho más fácil pensarlo y planearlo durante el último año de mi doctorado, que cuando lo viví. Nunca en mi vida había vivido un verdadero invierno. Sin embargo, las tormentas de nieve, las temperaturas bajo cero, y el paleo de la nieve no fueron lo peor. Lo peor fueron los días oscuros a las 3 pm, la inestabilidad de los contratos académicos y estar lejos de mis seres queridos. Lo bueno es que estaba en un muy buen laboratorio, con una excelente asesora, en una buena universidad y un proyecto de investigación muy interesante.



Crono secuencia de las diferentes temporadas de octubre del 2017 a junio del 2018 en New Hampshire. (Adriana Romero-Olivares)

Aún así, los desafíos del mercado laboral académico terminaron por afectarme a pesar de que me sentía preparada; mis asesoras siempre fueron sinceras conmigo: “en estos tiempos es sumamente difícil conseguir un trabajo de profesor investigador”. Estaban en lo correcto. Tuve una entrevista de trabajo unos pocos meses después de haber empezado mi postdoc. Tenía el perfil perfecto, pero no me ofrecieron el trabajo. Seguí adelante y pensé que el siguiente año seguro tendría más entrevistas, pero me equivoqué. Empecé mi segundo año de postdoc con algunos problemas de salud y familiares que me afectaron muchísimo. Fue muy difícil mantener la productividad mientras lidiaba con estos problemas. Encima de todo, no tuve ninguna entrevista de trabajo en todo el año y me sentí derrotada. Durante esta época, el apoyo de mi asesora, mi esposo, mi familia, y unos cuantos amigos, fue invaluable.

Nunca en mi vida había vivido un verdadero invierno. Sin embargo, las tormentas de nieve, las temperaturas bajo cero, y el apaleo de la nieve no fueron lo peor. Lo peor fueron los días oscuros a las 3 pm, la inestabilidad de los contratos académicos y estar lejos de mis seres queridos.